La
oreja puede ser considerada como un microsistema, por lo que al
estimular un punto concreto en el pabellón auricular se tiene
un efecto en la parte del organismo relacionada con dicho punto.
Los puntos reflejos auriculares sólo se pueden detectar en
la oreja cuando hay una alteración patológica en la
zona corporal correspondiente. Esto resulta útil a la hora
de valorar el estado energético del paciente. En enfermedades
prolongadas incluso aparecen a veces dentro de su respectiva área
rojeces, formaciones de escamas o manchas.
Si bien el empleo de la auriculoterapia es antiquísimo en
Oriente, en occidente cobró fuerza en la década de
1950 cuando el Dr. Paul Nogier, un médico francés
realizo una cartografía exhaustiva de la oreja que relaciona
los puntos auriculares con distintos órganos del cuerpo,
utilizando un aparato que media diferencias de potencial en la piel
del pabellón auricular, pudiendo así demostrar de
forma experimental la representación de las distintas partes
del organismo en la oreja.
En la actualidad, la auriculoterapia ha demostrado su eficacia
en el tratamiento complementario de múltiples enfermedades.
La estimulación de las zonas reflejas en las orejas se puede
hacer mediante la aplicación de pequeñas semillas
o bolitas, que se adhieren con la ayuda de un pequeño parche
autoadhesivo o mediante la inserción de pequeñas agujas
en el pabellón auricular.
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